No me queda muy claro el momento en el que nace el
desafecto, el odio o la enemistad.
A veces, las pocas, parece claro. Son esos momentos en los
que sientes que “se rompe algo” y que las cosas nunca van a volver a ser como
antes. Que has perdido un trocito. Que ya no…..
La mayoría de las ocasiones es un “run run”. Una sensación
de desasosiego que no sabes de dónde viene y ni siquiera relacionas con nada ni
con nadie.
Piensas que será el tiempo, el estrés, algo que me sentó mal, que
dormiste poco, tus padres, tu perro, tu puto equipo de futbol…..o mal cuerpo, o yo
que sé....“que tengo tontería”.
El caso es que no andas bien, que las cosas, aunque vas
tirando, van un poquito cuesta arriba. Que las rutinas habituales y las cosas
que te gustan son algo más pesadas y sacian un poquito menos, respectivamente.
Puedes estar así semanas, meses, años….
O siempre.
Siempre que no pares, que no filtres, que no repases,
reflexiones.
Que busques qué es lo diferente. Que pienses en cómo eran las cosas cuando
eras más ligero y volabas y reías.
Y es complicado.
Por el miedo. Porque en el fondo sabes que
si te paras a pensar, te vas a dar cuenta de que tendrás que cambiar algo,
prescindir, romper.
Y si lo haces, en lugar de ir cuesta arriba, con una nubecilla gris sobre tu cabeza pero al fin
y al cabo tirando, lo pasarás mal.
Estarás jodid@.
Quizá durante meses o años. O a lo mejor
nunca dejarás de pensar en qué falló, o cómo diablos no te diste cuenta justo en el
momento anterior en el que las cosas se estropeasen, justo antes de que el suelo se
llenase de cristales imposibles de volver a unir.
Hay quien nunca lo hace.
Pararse y pensar, digo.
Pero por
varias cosas....Alguno será porque no se entera, porque vive en modo "ameba" o borreguito de Norit. Otros por miedo al salto al vacío
de la soledad, el conflicto, el ser diferente, el soñar sólo con algo mejor. Y alguno también, porque lo pone
en la balanza, y resulta que ya es tarde para cambiar, para rehacerse en otras
circunstancias. O simplemente lo pueden soportar.
Pero supongo que al final, todos cambiamos cosas. Quizá no todas
las que deberíamos o incluso a veces, cosas que no deberíamos haber cambiado.... O
sí.
Si fuese un examen y nos diesen el resultado de nuestras decisiones..... Yo que sé, un bien, un notable, “necesita mejorar”, “progresa adecuadamente”….
Pero nadie te lo va a decir y, en muchos casos, nunca
acabaremos de saber del todo cuándo hicimos bien o mal.
O cuando deberíamos haber hecho, o no hecho, o dicho, o no dicho......pensado, intuido, intervenido, hablado, gritado, callado, pataleado, o hacer cualquier cosa diferente que pudiese haber cambiado lo que pasó o dejó de pasar.
Supongo que una manera de intuirlo es pensar en lo que pasa
cuando apagas la luz cada noche.

