Y las musas llegan en
extrañas formas…
Normalmente tendemos a
imaginar a una Sirena marina de largos cabellos, o a un Adonis griego de pelo lacio y marcados pectorales.... o hadas, duendes, hermosos aromas o atardeceres
enrojecidos que traen plumas, y polen, y versos, y rimas..... y fragancias que hacen
estremecerse los sentidos de una manera absolutamente desconocida hasta el
momento.
Pero no.
Roger Keith Barrett era un tipo normal, que dejó de
existir a mediados de 2006.
Un tipo
normal que, casi sin querer, se convirtió en la musa de algunas de las más
bellas creaciones del siglo pasado.
Su vida, y sobre todo, su autodestrucción, sirvieron de inspiración durante el proceso de creación de algunos de los acordes más maravillosos que el oído humano jamás vaya a escuchar. Su influencia, sin él pretenderlo, ya viaja incluso a través del cosmos.
Así de
cabrona es la inspiración, sí.
Roger Keith
Barret, a quien en adelante conoceremos como “Syd” era un adolescente normal de clase
media, que vivía en Cambridge, y por supuesto, como mandaban los tiempos, fan de
The Beatles y del Rythm and blues.
Vamos, lo último.
Allá por
1964, habiendo adquirido el arte de fabricar su propio amplificador, se unió
como vocalista a la banda “Tea set”, invitado por su amigo del colegio, George
Roger Waters.
A partir de aquí la historia
de Syd, ya os empezará a sonar familair a algunos.
Gracias a su talento compositivo y dotes de liderazgo, toma las riendas de la banda y, en poco más de 3 años, sale a la luz el excelente y celebrado primer disco del grupo: “ The Piper at the Gates of Dawn”.
Gracias a su talento compositivo y dotes de liderazgo, toma las riendas de la banda y, en poco más de 3 años, sale a la luz el excelente y celebrado primer disco del grupo: “ The Piper at the Gates of Dawn”.
Aunque “Tea set” ha cambiado de nombre. Ahora son
conocidos como PINK FLOYD.
Syd apenas dura un año en la banda. Sus problemas
mentales y el abuso del LSD lo incapacitaron para lo que se les venía encima, y
terminó recluido en su casa paterna.
Desequilibrado, deformado físicamente, incluso se afeitó la cabeza y las cejas.
Pero el final de Syd, o más bien su progresiva
decadencia y degradación física y personal, influyó de tal manera en la
historia del arte, de la música y de la ciencia, que quizás nos encontremos
ante una de las mayores musas del siglo XX.
Continuara…

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