lunes, 3 de junio de 2013

NOBLE JUEGO, AFOUTEZA Y CORAZÓN.

No soy excesivamente fanático del fútbol.

Me gusta. Diría que me encanta. Veo semanalmente liga española, inglesa, italiana, alemana, portuguesa, francesa, holandesa, rusa….Conozco miles de jugadores desde los 8 ó 9 años y soy asiduo a las gradas de 2ªb, 2ª a y primera división desde que era un niño.

Quizá debería corregir mi frase inicial.

SÍ, SOY UN FANÁTICO DEL FÚTBOL.

Lo que no soy es un fanático de unos colores. Nunca me han gustado los colores, las siglas, las pertenencias, los dogmas, las banderas, la militancia...

MILITAR me parece un verbo repugnante.

Tengo simpatías. Crecí rodeado de ilusión con el Celta de Pichi Lucas, Vicente, Manolo, Ademir, Maraver, Maté y compañía. Pero también me cautivó el Deportivo de Vicente, Jorge, Jose Ramón, Raudnei. Como buen niño de la generación X, vibré con Naranjito y el mundial 82, y tuve ídolos como Quini o Julio Alberto, lo que me convirtió desde pequeño en simpatizante del Barça y, por consiguiente, rival a muerte del Madrid.

Yo vivía en un pueblo pequeñito, donde no había más que un equipo de 3ª que tuvo sus gloriosos años en 2ª B en los años 80, y tuve la oportunidad de ver en la Copa del Rey equipos como el Sevilla o la  Real Sociedad, que por aquel entonces ganaba ligas. En Vigo o Coruña no os lo podéis imaginar, pero en una ciudad como Villagarcía de Arosa y para un niño acostumbrado a ver a sus vecinos jugar, el impacto de estos eventos fue tan grande que me marcó para toda la vida. Ir a ver a tus ídolos de primera división y , por qué no, soñar con que tu equipo les marcase un gol. Sí, solo un gol, nadie hablaba de ganar o empatar, ni se nos ocurría.

No sabía de rivalidades de ciudades, de odios, de desear la derrota del vecino. Y mucho menos de insultos, disturbios ni política. Eso no estaba en mi mundo de niños de aldea. Solo quería ver y jugar, ver y jugar y jugar, jugar…fútbol.

Cuando llegué a Vigo, allá a principios de los 90, me enganché un poquito más a ese entrañable equipo “ascensor”. Un año en primera, otro en segunda y así sucesivamente. Un equipo formado por HOMBRES. Vicente, Atilano, Patxi Salinas, Alvelo, Gudelj, Ratkovic, Pachi Villanueva, el Flaco Gil…. Gente que veías por la calle y te imponía respeto. Quizá no eran los mejores jugadores del mundo, pero eran nuestros, y terminaban exhaustos (o a ostia limpia) los partidos. No se podía pedir más. Solíamos lamentar nuestra mala suerte, pero cada domingo salías satisfecho de los partidos, no había ni una gota más que exprimir.

A finales de los 90´s, mi situación económica de estudiante universitario fuera de casa, me tuvo unos años alejado del campo de fútbol. Vamos, que no me podía permitir pagar el carnet y ahí, justo ahí, comenzó a cambiar todo.

Para más mala suerte, coincidió con los mejores años de la historia del Celta, con Mostovoi, Mazinho, Karpin, Revivo, Makelele, etc…

Cuando mis “amigos” volvían de estadio, yo, después de haber visto el partido en el bar, esperaba ansioso su llegada para comentarlo, saborearlo, que me trasladasen un poco del ambiente de la grada. Pero para mi sorpresa, me acostumbré a oír cosas como “tú no puedes opinar de esto y lo otro porque no eres socio” o “¿me lo vas a decir a mí, que estaba en el campo?. Y la peor de todas, cuando intentabas quedar con amigos para ir un día a ver un partidazo al bar del Madrid, Barça, Manchester, etc….me decían “a mí ya me llega con el futbol de Balaidos, yo ya veo el mejor futbol de la liga”

EMPEZABA LA “MILITANCIA”

Y yo me empecé a sentir distinto….

Volvió a mi mente ese niño del pueblo, esos domingos viendo a mi equipo en una grada de cemento, y escuchando el carrusel por la radio, sin que nadie me llamase Madridista, Barcelonista, esquirol o “comepipas”.

Y pensé que en todos los pueblos y ciudades hay niños, y que son del Deportivo, y del Betis, y del Ferrol y de la Cultural Leonesa si me apuras…..Y que todos tienen la misma ilusión, la del gol de su ídolo, de su equipo.

Y creo que si lo pensáis, y os miráis al espejo, en el fondo sabéis que todos los niños merecen de vez en cuando ese instante de felicidad.

Hablaremos en el bar, en las fiestas, donde queráis. Y nos reiremos de los “turcos” ,de Lendoiro, de si desaparecen, de sus pufos, y lo pasaremos bien. Pero precisamente por eso, por reír, por la coña, porque ES SOLO FUTBOL. Y por que la guasa es sana y lo intrascendente nos recarga el depósito para la vida de verdad.

Pero en el fondo, no me alegro, porque sé que hay gente buena, niños, currantes explotados. Exactamente los mismos que en Vigo, Madrid, Pontecaldelas o Cancún, personas que, al igual que nosotros, se merecen la alegría de un gol de su equipo, por muy pequeña e insignificante que sea.

Sí...soy del Celta, me veréis en Preferencia el año que viene, pero quiero que el Depor vuelva a primera cuanto antes.

Y GANARLES.



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